UBICACIÓN DE PIURA
Tierra añeja, asiento de la poco estudiada Cultura Tallán,
la región piurana –en su vida económica- de base agrícola- obedece a los
caprichos naturales de dos ríos que la surcan: el Chira y el Piura. Zona seca y
tropical en su mayor extensión, comprende asimismo, una olvidada y marginada
faja andina: Ayabaca y Huancabamba, de corte típicamente feudal hasta hace
poco, en que la Reforma Agraria inició algunos cambios significativos en esa
zona.
El objeto de nuestro estudio ha de comprender pues, la zona
costera en su mayor extensión.
Los chasquis o el telégrafo de los cuatro suyos.
En lo que fue el Imperio Incaico hemos de hallar en los Chasquis a los
primeros transportadores de información.
Verdaderos “telégrafos” del
Tahuantinsuyo, sus ágiles piernas recorrían los bien cuidados caminos del
Imperio propalando las noticias de los Cuatro Suyos.
Los cronistas de la conquista
La conquista española trae consigo la presencia en estas tierras de la
escritura y de los cronistas. Francisco de Jerez, Pedro Pizarro y otros
secretarios de los Adelantados son los primeros en dar fe escrita de los
tallanes. Cieza de León-el excelso Príncipe de los Cronistas-rememora
ampliamente en su “Crónica del Perú” los primeros pasos de los iberos en las sierras
y vegas de los tallanes y la fundación de la ciudad de San Miguel, en el año
1532, a orillas del Turicarami o Chira y cerca del poblado indígena de
Tangarará.
Tal fundación señala asimismo, el primer asentamiento hispano en
tierra sudamericana, la primera encomienda y repartimiento de indios y, en
suma, el establecimiento del régimen europeo en la América del Sur que
mira el mar Pacífico.
Paita y la difusión de noticias
Entronizado el Virreinato, han de transcurrir tres siglos de heroicos
esfuerzos para dar noticias a través de hojas, volantes, relaciones y gacetas.
En 1594, Lima obtiene el privilegio, tal era literalmente, merced real, de
trasladar una imprenta “La Gaceta de Lima”, aparecida en 1743 y el “Mercurio
Peruano” de 1791 son las manifestaciones periodísticas
fundamentales de la época,-con características distintivas en lo ideológico-
que son leídas ávidamente por los contados lectores piuranos.
Por el puerto de Paita también han de ingresar panfletos y libros
“subversivos” que inflamaran la llama de la liberación contra el régimen de
España. Los campanarios de las iglesias, capillas y conventos, los pregoneros,
los famosos recados (mensajes largos para un personaje o familia) son otras
tantas formas de lenguaje noticioso de comunicación utiliza en aquella
época.
La larga siesta piurana.
La región que nos ocupa se nos presenta como una amplia y casi vacía
región que duerme una larga siesta, como que tal sopor duró más de tres
centurias.
Por Paita ingresan los virreyes a tomar posesión de su cargo. Por
el mismo puerto los piratas lanzan sus ataques a las poblaciones
piuranas, mal guardadas por refocilados hispanos. Con una minería raquítica y
una industria incipiente, Piura cimentó su economía (y aun la sustenta) en la
agricultura.
La disolución paulatina de los grupos indígenas comunales de Sechura,
Catacaos y Colán, y la imposición del latifundio en las serranías, indica el
tipo de economía y sistema político implantado. Hidalgos segundones, curas de
baja condición, comerciantes de pequeña monta y hacendados casi cautivos en los
caserones amurallados de sus tierras, se turnaron en los puestos de mando de
ciudad y campo. El español siempre quiso ser un gran señor, hasta cuando era
nada más que un pícaro. Tal complejo de superioridad es arrastrado frente
a la servidumbre de los indios y la calculada sumisión de criollos y mestizos.
No es raro que en estos pueblos soleados de día y oscuros de noche, sin
conventos importantes, ni plazas fuertes ni grandes edificios ni torres
ni calesas, se planten de vez en cuando, pasquines y letreros en n las paredes
denunciando los abusos del gamonal o el prevaricato del juez, y las “vivezas”
de los criollos.
En estas circunstancias los varones, con ansias de cultivarse
intelectualmente, parten hacia Trujillo –foco cultural conocentrista del Norte-
y también a Lima y a Quito, si es que no zarpan por Paita hacia Europa, en
viaje incierto. Los piuranos que salen a estudiar ya no vuelven a este pueblo
de agricultores y esforzados comerciantes. Dejan la arcádica región
piurana por las aches cultas de la época, donde se lee y conspira.
La revolución Americana
1909 marca el año de la libertad en América tolerado una especie de
destierro en el seno mismo de nuestra Patria proclama la junta Tuitiva
del Alto Perú. Los Libertadores avanzan con sus imprentas y ejércitos que
lanzan volantes, cañonazos y manifiestos. San Martín y Bolívar
rivalizan en campañas de Untr. Libertadora. España pierde el
dominio político y económico de sus colonias, pero continua en pie el atraso
manifiesto en las relaciones de propiedad, producción y trabajo, deformando
desde sus inicios a la Revolución Americana.
José Carlos Mariátegui nos lo explica en sus “Siete Ensayos…”
“En las primeras luchas por la Independencia la lucha de facilones y
jefes militares parece como una consecuencia de la falta de una burguesía
orgánica. Para que funcionase más o menos embrionariamente, el sistema liberal
tenía que constituirse una clase capitalista poderosa. Mientras esta clase se
organizaba el poder estaba a merced de los caudillos militares”
Este panorama ha de permanecer intacto hasta el gobierno de Ramón
Castilla, en que se solidifica la clase capitalista en Lima y se asienta el
imperialismo.
El periodismo piurano ha de aparecer recién siete años después de
proclamada la independencia del Perú. “El Botafuego” y “El Despertador” fueron
sus primeros nombres.
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